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De 2021 a 2024, este proyecto ha llevado a cabo acciones de gestión del agua y acceso a los mercados locales, y ha analizado el papel de estas acciones en la transición agroecológica, mediante un enfoque de investigación-acción participativa (RAP). El trabajo se llevó a cabo con familias campesinas de Aija, en los áridos Andes del noroeste del país (Ancash, a entre 3000 y 4000 metros de altitud).
El proyecto ha permitido confirmar que la escasez de agua es el principal factor limitante de la producción agroecológica, agravado por el cambio climático. Su escasez reduce los excedentes comercializables y limita el desarrollo de la agroecología. Esto confiere al agua una prioridad transformadora tanto a nivel productivo como social. La gestión de los recursos hídricos puede considerarse el eje central de la transición agroecológica en los Andes occidentales del Perú. Lo esencial es el agua para los seres humanos, los animales y la agricultura, cuenta Pedro Ávila (productor de Aija). Los jóvenes se marchan porque no hay agua, se van en busca de una vida mejor en otros lugares. Si hubiera más agua aquí, se podrían producir muchas cosas, se plantaría durante todo el año y se abrirían mercados.
¿Sembrar agua?
Así, la acción estrella del proyecto ha sido «sembrar y cosechar» agua: protección de marismas y lagunas de altura, reforestación, recuperación de antiguos acequios, incluso prehispánicos, etc. Se eligió a agricultores e investigadoras (AI) entre sus pares, quienes asumieron el liderazgo de las acciones y la medición de sus efectos, en colaboración con los técnicos del proyecto y los estudiantes de la universidad local. Se ha establecido un seguimiento hidrológico que incluye, por ejemplo, mediciones mensuales del caudal de agua e e aguas abajo de las medidas de protección, a nivel de las fuentes (resurgimientos) y de los arroyos, lo que proporciona datos para la toma de decisiones.
A pesar del corto periodo de implementación, ya se observan las primeras mejoras en los caudales monitorizados y en la vegetación natural. Antes casi no teníamos agua, precisan un grupo de agricultoras-investigadoras durante un grupo de discusión; no teníamos lagunas en la cabecera de la cuenca, las aguas pluviales iban directamente hacia la costa. Ahora hemos construido embalses. Este año ya tenemos más agua y el año que viene será mejor».
Investigación-acción y agricultores-investigadores: una cosecha también social
A nivel social, el aprendizaje comunitario va por buen camino. El enfoque RAP, el aprendizaje entre pares y el coaprendizaje entre comunidades y universidades han demostrado su utilidad como procesos de gestión inclusiva del conocimiento y para fomentar la confianza y facilitar la reproducción de prácticas. Además, permite acercar la enseñanza superior a las realidades rurales concretas. Varios IA han reforzado su papel de líderes, su autoestima y el reconocimiento de sus pares. Las palabras del IA Gumercindo Rondán lo ilustran: «Soy investigador, también soy inventor. Vengan a mi casa, quiero compartir con ustedes lo que sé». Sin embargo, la concienciación y la acción colectiva siguen siendo un reto. Varían de una comunidad a otra, dependiendo del tipo de liderazgo, de los posibles conflictos y de los diversos intereses, etc.
Más allá de otros importantes retos estructurales (el éxodo rural, la problemática minera, las políticas nacionales, etc.), SAMA ofrece perspectivas interesantes. En el momento de redactar este artículo, estamos planteando una nueva acción estratégica relacionada con la rehabilitación de lagunas prehispánicas de altura.